Las emociones nos permiten relacionarnos con los demás, lo que no quita para que muchas veces tendamos a esconderlas. Existen 4 emociones esenciales o básicas (es cierto que algunos autores admiten alguna más): la tristeza, la rabia, el miedo y la alegría. De este grupo a tan solo una de ellas la consideramos positiva, pero esto es un valor que le da nuestra cultura. Así, hacer esta distinción entre lo que es negativo y positivo puede ser un impedimento para liberar emociones.
Debido a nuestras experiencias, en las que nos
mostramos vulnerables y nos hicieron daño, empezamos a esconder nuestra
tristeza proyectando una imagen de fortaleza. No expresamos nuestra rabia por temor a la desaprobación de los demás,
escondemos el miedo provocando que así este nos someta y controlamos nuestra
alegría porque en muchas ocasiones ya nos han llamado la atención por expresarla
con espontaneidad.
“Las dudas, los miedos y las inseguridades nos impiden
expresar aquello que por naturaleza debería ser transmitido”
1. Tus
emociones son importantes
Las situaciones anteriormente mencionadas son producto
de “menospreciar” tus emociones y su importancia, frente, por ejemplo, a la que
le das a la inteligencia lógica. Quizás pienses, como te han intentado hacer
ver muchas veces, que las emociones te hacen débil. Piensa que todo esto no
provoca más que una fuerte contención de las mismas.
Al no darle importancia a tus emociones, te conviertes
en un experto en “tragar” con todo aquello que no quieres ni puedes digerir. Esto a la larga te hará sentir muy mal, porque podrá contigo, te superará
y te encontrarás con emociones acumuladas que pugnarán por salir de ti sin
control alguno. Buscarás aire y no podrás respirar.
¿Quieres que la rabia fluya descontroladamente durante
una reunión en el trabajo? ¿Te parece bien ser cruel con un amigo por acumular
emociones? Si alguna vez has pasado por estas situaciones o deseas evitarlas,
es el momento de cambiar la manera en la que afrontas tu gestión emocional.
2. En el
momento de liberar emociones sé consciente
En alguna ocasión tal vez te has puesto a intentar
liberar emociones y te has encontrado con la tan terrible culpabilidad.
Esto ocurre cuando expresas sin ser consciente. Ten en cuenta que hay que saber
la manera correcta de cómo comunicar lo que sentimos, desde el respeto hacia la
otra persona.
De hecho, esta falta de consciencia puedes verla cuando
reprimes tanto tus emociones que terminas explotando en cualquier momento. No
tienes piedad entonces, no tienes en cuenta a quien tienes enfrente, te da
igual.
Por eso, expresa tus emociones cuando así lo desees
abriendo bien los ojos y empatizando con la persona que tienes delante para
evitar dañarla y que tú mismo salgas herido por no haber sabido gestionar
bien este tipo de situación.
3. No esperes,
desahógate cuando lo necesites
La clave para que las emociones no se descontrolen es
que, cuando lo necesites, te desahogues. Esto no quiere decir que en determinados contextos debas hacerlo. Por
ejemplo, en una entrevista o cualquier otra situación similar no tendría
sentido liberar emociones de esta manera ya que saldrías perjudicado.
Sin embargo, esto no significa que luego no puedas
hacerlo. Es más, debes hacerlo. ¿En qué lugar te sientes libre y bien?
¿Dónde te encuentras en confianza para expresar todo lo que llevas dentro? Vete
a ese lugar y ábrete para dejar salir lo que está dentro de ti.
Si sientes rabia, pégale a un cojín, da patadas a una
piedra o cualquier cosa similar; si notas que el miedo te invade, permítete
temblar, sentirlo en cada poro de tu piel y aceptarlo; si lo que te ocurre es
que estás triste, llora, grita o busca a esa persona cuyo abrazo disipará
cualquier llanto.
4. Cuidado con
darle vueltas a las emociones
Las emociones no suelen durar mucho, piensa en la alegría, es momentánea, no dura horas y horas. Sin embargo,
cuando una emoción dura más del tiempo “normal” pasamos de hablar de una
emoción a hablar de un estado emocional.
Por ejemplo, tú puedes sentirte triste, pero si esa
tristeza empiezas a apoyarla con pensamientos que dan vueltas y más vueltas,
volviéndose rumiantes,
generándote ansiedad, entonces estás atrapando esa emoción e impidiendo que
siga su curso natural.
A veces, hay que saber distinguir cuándo la emoción ha
pasado a alimentarse de nuestros pensamientos, haciéndose un producto de
aquellas inseguridades, miedos y creencias que te afectan. En ocasiones,
hacemos una montaña de un simple granito de arena.
5. Ten en
cuenta el entorno en el que te encuentras
Si te encuentras en un entorno en el que es común que
te digan frases como “no llores”, “no sean tan risueño”, “no te enfades”,
manifiesta que tienes derecho a expresarte y que para ti es muy necesario.
Hazlo desde el respeto y buscando el entendimiento con los demás.
Lo importante es que no dejes de expresar lo que
sientes solo porque a los demás le moleste. Algo muy común y fruto de una educación que nos encasilla y nos impide
ser tal y como somos. Si necesitas manifestar tus emociones hazlo, ¡no hay nada
de malo en ello!
“Cuando
expreses tus emociones recuerda: no perjudicarte a ti mismo, no perjudicar a
otros”.
-Martha Sialer-
Desde pequeños nos dicen constantemente que no hagamos
aquello, que no manifestemos lo otro… Al final, adoptamos la costumbre de
guardar todo lo que queremos decir y expresar para nosotros mismos, mientras
nos hacemos daño fruto de esta actitud tan dañina.
No dejemos que lo que sentimos nos envenene porque a las demás personas les moleste que sepamos liberar emociones.
Retenerlas y atraparlas muchas veces provoca que estas empiecen a ser fruto de
rumiaciones de nuestro cerebro y que duren más de lo debido. Podemos evitar
todo esto. Empecemos a permitirles que fluyan tal y como su curso natural
marca.